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En la Argentina para conseguir buenos consejos de sexo oral, y por escrito, hay que leer en la red los 10 sex tips de Alessandra; la carta de algunas pizzerías ya no ofrece la típica comida italiana con tocino o panceta, sino con bacon; el vino no se compra en una vinería ni en una vinoteca, sino en un winery; el agua en el dispensador de la oficina – que sabe a pantano, y que no se sabe si es potable- tiene en el frente del distribuidor, un botellón de plástico, generalmente de color celeste, una leyenda que deja pasmado al más experimentado hispanohablante: Hot & Cold water dispenser; si de inglés entremezclado con el español hablamos, los organismos públicos no se quedan atrás: El gabinete de prensa del Ministerio de Desarrollo Territorial de la provincia del Neuquén da cuenta las tareas de promoción turística con un salpicado spanglish: ‘La participación en ferias y eventos, workshops, fam press, fam tours, […] y la impresión de material gráfico: 155.000 flyers, folletos, banners de promoción, brochures, afiches, y postales’; las esquelas de salutaciones de las direcciones de protocolo de numerosas instituciones públicas van casi siempre escritas con frases rimbombantes acompañadas del anglicismo cursi ‘congratulaciones’, como si el español no dispusiese de la palabra conocida por todos: ¡Felicitaciones!; en las estaciones de servicios, en las farmacias, en los consultorios médicos, en los bancos, en los supermercados, y en cualquier lugar donde se encuentre un empleado o asistente, el cliente escuchará: ‘Aguárdeme un momento…’ ‘aguardame un segundito…’, ‘aguarde por favor…’, en agravio al verbo más conocido por todos: esperar; y una madre –que no tiene muy claro los nombres ingleses que la mercadotecnia ha impreso a fuego en varios envases, tales como pack, pouch, box, bulk– le ordena a su pequeño hijo en el supermercado que le traiga un blister de aceitunas.

Cartel en la vía pública. (Voz inglesa 'Pack').

Cartel ‘pac’ en lugar de ‘pack’.

       Aplaudidores y aplaudidoras

Rodeada de una claque compuesta por funcionarios aplaudidores y funcionarias aplaudidoras, la presidente de la Argentina Cristina Kirchner inicia todos sus discursos y todas sus alocuciones con el zonzo doblete      –que algunos denominan de lenguaje no sexista-: ¡Buenos días a todos y todas…!; y en el mundo de la comunicación los receptores suponen que los periodistas hablan un castellano más pulcro, más estándar, más libre de ruidos semánticos u otras partículas extrañas a la lengua española: En Radio Continental, un periodista le pregunta a un funcionario: ¿El tema de los containers termina con esta idea de discriminar todo tipo de basura…? Respuesta: ‘Al revés, los contenedores son una de las partes […]’.

Quiosco versus drugstore

Para dar cuenta que el español es un idioma que está lleno de vida, que cambia constantemente, un vistazo a cualquier fumador con 35 años metiéndose hollín en la carne, puede mostrarnos los distintos nombres que en casi cuatro décadas han tenido los establecimientos dedicados a la venta de tabaco: quiosco, kiosko, maxikiosco, polirrubro, multirrubro y el actual y moderno vocablo, que te indica que el cigarrillo es una droga: drugstore; el presentador de una bebida espirituosa dice en una propaganda televisiva que el licor tiene un mix de hierbas en lugar de una mezcla de yerbas; los carnés de conductor de la ciudad de Buenos Aires tienen scoring, no puntaje; el suavizante para que la ropa no quede como una carpa de circo viene en un envase llamado pouch; los preservativos, de 3 , 6 ó 12 unidades y las toallas femeninas no están envasadas en un ‘paquete’ sino en pack; los discos compactos vienen envueltos en unos paquetes llamados bulk; algunos periodistas deportivos –que deberían hacer cursos de ultraperiodismo y ultragramática, no dejan de repetir una y otra vez la palabra inglesa sponsor, cuando de vez en cuando podrían darle una oportunidad de ver la luz a las españolas patrocinar, patrocinador, patrocinado; y algunos periodistas radiales y televisivos tienen ‘data’ no información.

Porteños seseosos

El último vocablo de moda de los porteños seseosos de la ciudad de Buenos Aires es vintage; en la clínica CMIC una de sus puertas lleva el cartel híbrido, contaminado y muy vanidoso de: Office de Enfermería; el diario Perfil, el diario argentino que tuvo un libro de estilo antes de salir a la calle, insiste con sus repetidas voces inglesas, esos anglicismos innecesarios, esos términos que suelen confundir a la mayoría de los lectores: ‘El 85 por ciento de los porteños no sabe bien qué es el sistema de scoring’; y la sindicalista Agustina Ionno– durante una entrevista radial- le advierte a su interlocutora que los empleados del subterráneo no cargan las tarjetas a los usuarios porque dicha tarea les provoca tendinitis y le aclara que esa interrupción del servicio no es ‘una medida de fuerza’, tal lo informó la periodista, sino que es ‘una tarea a reglamento’.

Cartel 'pizzeria' en lugar de 'pizzería'.

Cartel ‘pizzeria’ en lugar de ‘pizzería’.

       Locutor y vendedor de publicidad

El autodenominado locutor y vendedor de publicidad, Alejandro Polizzo, quien en su elocución radial abusa de los latiguillos antirradiofónicos tales como: ‘ajá…’, ‘a ver…’, ‘bolu…’, ‘demás…’, ‘digamos…’, ‘mierda…’, ‘ o sea…’, ‘una bocha…’, ‘viste…’, también demuestra tener cierta habilidad para el empleo de anglicismos innecesarios en la prensa. Durante una conversación radial, la cual inicia con la voz inglesa full, le pregunta a su interlocutor que se halla en la localidad de Villa La Angostura: ¿los precios cómo están… están más o menos… se mantienen los precios del año pasado… digamos… para el turista… está medianamente acomodado, o hubo… así como… se pusieron medio power… en, en, en, este verano…?; el periódico 8300, con esos dobletes venidos en moda, demagógicos, poco prácticos y antiperiodísticos de, los y las, alumnas y alumnos, directores y directoras, expresa en una de sus crónicas: ‘Los y las docentes neuquinas no tienen estabilidad laboral, uno de los derechos más básicos de cualquier trabajador/ra’; para el diario digital español El Periódico.Com es –en su edición del 1 de mayo- la ‘Conmemoración del Día del Trabajador’, mientras que la misma fecha para el diario El País, de España, es ‘Día del Trabajo’; en un sitio web la Televisión Española Internacional (TVE) informa en una publicidad institucional: ‘No dudes en hacerte fan y acceder a mucha más información de la programación […]’, en lugar de las castellanas: admirador, seguidor, aficionado, hincha, entusiasta, tal como lo recomienda la Fundación del Español Urgente (Fundéu); el consultor de energía Emilio Apud tampoco puede hablar sin extranjerismos: ‘[…] El valor de los combustibles está relativamente más aggiornado que el gas y la electricidad  […] el problema es el abastecimiento, porque ya las refinerías están a full’, le explica con un italianismo y un anglicismo a Radio Mitre; los escritores y autores del libro titulado Identid@des. Poemas y relatos breves, no parecen haberse dado cuenta que la primera letra del alfabeto español no se puede reemplazar por la arroba, porque ese garabato con una colita que cobija una a es un símbolo, no un signo. Y lo peor: la Legislatura del Neuquén distribuirá el libro de marras en las escuelas. ¿Es pedagógico que los alumnos crean, al ver la tapa del libro, que la letra a puede sustituirse por el símbolo de la arroba?; y en una red social dedicada al chat una chica le envía un dulce mensajito al chico que acaba de conocer en la web: ‘hola cmo estas’? FELIZ SEMANA DE LA DULSURA¡¡¡’.

Empobrecimiento

Algunas de las expresiones de esta crónica, extraídas de distintos ámbitos públicos y privados, son un botón de muestra del empobrecimiento del habla de los argentinos. Los motivos: desconocimiento de la lengua, desinterés por el idioma, ignorancia, esnobismo, moda, imitación, y pereza. Este reproche no va dirigido a los hispanohablantes, sino a los organismos públicos, los funcionarios del gobierno, y principalmente a los medios de comunicación, a los periodistas y comunicadores que tienen la responsabilidad de proteger, custodiar, educar, defender y divulgar el buen uso del español.

Cuando hablamos del buen uso del español en los medios de comunicación no nos referimos a la simplificación del idioma, en detrimento de la diversidad de la lengua. Sino de no contaminarlo con voces extranjeras innecesarias en desmedro de las palabras españolas que son conocidas por la mayoría de los receptores y que evitan el ruido semántico en la comunicación.

El raquitismo del lenguaje empleado por la mayoría de los hispanohablantes, y el escaso compromiso de algunos medios de comunicación para defender el español, tienen una correlación: las empresas periodísticas toman los vocablos que utiliza la sociedad y los consumidores de los medios imitan los vocablos que la prensa emplea.

Banalización del periodismo.

Internet y la frenética producción de nuevas herramientas de comunicación con tecnología digital revuelve a cada instante el caldero de la lengua española. Las nuevas formas de comunicación on line, el aumento del entretenimiento en los medios de comunicación, el incremento de lo banal y grosero en los medios audiovisuales, la reducción de periodistas en las redacciones, la demanda de mayor velocidad, periodistas con mucha oficina y poca calle, comunicadores jóvenes que creen que se puede hacer periodismo solamente con el ingreso a Internet, la participación en redes sociales como Facebook, o Twitter, y el envío de correos electrónicos, la ausencia de correctores de estilo de carne y hueso, la mala y cómoda costumbre de copiar y pegar informaciones provenientes de organismos públicos, -que suministran propaganda vestida de información-, han forjado un periodismo que desprecia la principal herramienta que emplea para comunicarse: la lengua. 

El inglés goza del estatus de lengua franca y es la que más influencia tiene en el español. Es por ello que en la lengua española hay voces extranjeras necesarias e innecesarias. Pero… ¿por qué los periodistas y comunicadores emplean todo tipo de extranjerismos innecesarios, si el idioma castellano dispone de vocablos para su reemplazo? ¿Si los periodistas aprenden en las facultades de comunicación que el formato periodístico de noticia demanda un lenguaje claro y simple para que no se produzcan ruidos semánticos en la comunicación, por qué emplean anglicismos, galicismos, italianismos y germanismos, que provocan dificultades de lecturabilidad y comprensibilidad en el receptor?

Responsabilidad de los periodistas 

Errores cometemos todos, pero no hablamos aquí de errores, sino de la equivocación lingüística proveniente de la pobreza léxica, del desconocimiento de la técnica periodística, y de la política editorial de los medios respecto de cómo utilizar el idioma para comunicar. Propender la defensa de una lengua no es rechazar todos los vocablos extranjeros, marginarlos, o no emplearlos. Propender la defensa del español significa estudiar gramática, ortografía, vocabulario, utilizar aquellos términos que lo enriquecen y que no entorpecen la comunicación, y sobre todo dar a conocer el buen talante del castellano.

No podemos esperar que el buen español o la riqueza léxica sobrevida y se reproduzca solamente en algunos claustros o en los pasillos y libros de gramática de la Real Academia Española. La misión y función de los medios de comunicación pueden ayudar en esta tarea, porque no sólo tienen el papel de informar, comunicar, emitir opinión, y ofrecer entretenimiento, sino la de brindar educación.

Juan Mario Galdeano

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