Irrita la razón escuchar a la conductora Cynthia García en Radio Nacional y a Agustina Díaz en Canal 7. La actitud genuflexa y aduladora hacia la gestión de gobierno de la presidente Cristina Fernández exaspera y erosiona la honestidad y las buenas artes en el periodismo, condiciones indispensables que debe tener y practicar cualquier comunicador y periodista, especialmente los que están al servicio del Estado. La afirmación: «Cynthia García es genuflexa y aduladora con los funcionarios y políticos del gobierno kirchnerista», no es exagerada ni en balde.
Hace unos días, durante una entrevista al dirigente agropecuario Luis Miguel Etchevehere, la conductora del programa A cara lavada, mostró sus dotes de aduladora del gobierno de turno. Lo hizo mientras dialogaba con esa persona vinculada al campo y opuesta políticamente al modelo kirchnerista. Durante la conversación, la intrépida periodista intentó que Etchevehere expresara frases positivas al gobierno, algo que interlocutor no estaba dispuesto a hacer. Pese a que García le recordó que en los años 90 los campos estaban quebrados, no logró sacarle la expresión que la conductora deseaba escuchar: «La década del gobierno kirchnerista fue mejor para la actividad agropecuaria que la década pasada». El objetivo propagandístico de García, de quedar bien con el gobierno de Cristina Kirchner, cada vez que habla de cualquier asunto en la radio, la condiciona a creer que puede obligar al entrevistado a que diga alabanzas a favor del gobierno, al gobierno, al cual ella se somete.
La visión distorsionada que García tiene sobre la actividad periodística y de la verdadera función y misión de un periodista del Estado, puede comprobarse con esas confrontaciones televisivas vergonzosas que protagonizó con numerosos manifestantes en la Plaza de Mayo, y que los estudiantes de comunicación deberían ver y analizar para saber qué es lo que no debe hacerse en periodismo. Durante las marchas denominadas 8 N y 18 A, que los ciudadanos hicieron contra las políticas del gobierno de Cristina Kirchner, la conductora fue con un móvil del programa de la televisión estatal 6,7,8 a reprender a los opositores. Durante las entrevistas con los protestantes, García, retó, reprochó, y cuestionó los testimonios y la actitud de los manifestantes.
García: Usted debe entender algo. Para ejercer el periodismo honesto -no digo objetivo, ni libre, ni independiente- sino honesto, usted debe saber que una entrevista periodística no es una pulseada, no es una lucha cuerpo a cuerpo, no es un espacio de propaganda política, sino un diálogo, una conversación entre dos personas, donde el entrevistador puede repreguntar y buscar un hueco en las expresiones del interlocutor, pero que el entrevistado es libre de expresar lo que desee.
Estas malas prácticas en los medios de comunicación públicos ocurren porque en realidad toda la comunicación pública en la Argentina debería estar construida en los organismos por ‘periodistas del Estado’, ‘no por periodistas del gobierno de turno’, o como se los denomina ahora: ‘periodistas militantes’, que se convierten rápidamente en reidores, aplaudidores, aduladores, protectores, alcahuetes, demagogos y arrastrados de los funcionarios y políticos que forman el gobierno nacional.
La agencia de noticias Télam, Canal 7, y Radio Nacional, por nombrar algunos, son medios de comunicación del Estado, y por ende los periodistas y comunicadores que allí trabajan cobran sus salarios con el dinero que proviene de los impuestos que pagan los ciudadanos. Por tanto, esos periodistas deben cumplir la función y misión de informar y comunicar los actos de gobierno de las entidades públicas. Sin embargo, en muchos casos esos trabajadores de prensa en los gabinetes de prensa del Estado se convierten en simples ‘periodistas del gobierno de turno’, que ofician de voceros de propaganda política, repartidores de publicidad a periodistas de medios privados con la intención de comprar voluntades, demagogos, aduladores y genuflexos de funcionarios y políticos que, en la mayoría de los casos, desean promocionarse con cualquier nimiedad.
Periodistas del Estado
Para ver con claridad la diferencia entre un ‘periodista del Estado’ y un ‘periodista del gobierno de turno’ en un mismo medio de comunicación público, basta con recordar el entredicho entre el periodista Juan Miceli y el diputado, Andrés Larroque. Luego de las inundaciones en la ciudad de La Plata, un grupo de militantes kirchneristas, vestidos con ropas que llevaban la inscripción de la agrupación La Cámpora, acopiaban alimentos y otros enseres que la población de toda la Argentina había donado para los damnificados por el temporal de lluvia que sufrieron los habitantes de ese conglomerado bonaerense. Mientras los militantes transportaban las donaciones, el diputado del partido Frente para la Victoria, Andrés Larroque, era entrevistado por el periodista Juan Miceli, del programa Visión 7 perteneciente al medio estatal Canal 7. El diálogo que sigue es simplemente un botón de muestra de la soberbia de un funcionario que maltrata a un periodista del Estado, por no someterse a la sumisión que en esos lugares se respira constantemente. Transcribimos la entrevista telefónica con la finalidad de ver con claridad cómo es la provocación y el maltrato del diputado Larroque al periodista, y cuál es la actitud aduladora de la conductora Agustina Díaz, compañera de trabajo de Juan Miceli.
Juan Miceli: Le quería hacer una pregunta política sobre esta ayuda. Porque vemos que muchos elementos que se han donado anónimamente, que no están identificadas en forma partidaria. La persona que mandó un colchón, no le puso de qué partido… ¿Por qué… trabajan con pecheras partidarias con estas donaciones anónimas que se han hecho?
Andrés Larroque: ¿En qué sentido partidarias…?
JM: Identificados con La Cámpora…
AL: Porque somos de La Cámpora. Hay de todas las organizaciones, de la Cámpora…
Agustina Díaz: Andrés… Soy…
AL: Disculpame… ¿Cómo es tu nombre?
JM: Juan Miceli.
AL: Ah… Juan Miceli. ¿Cómo estás? Creo que lo importante es sumar, ayudar a la gente y no enredarse en cosas que no suman. Lo importante es ayudar. Si querés otro día lo discutimos.
Agustina Díaz: Andrés… Soy…
AL: Te agradezco la pregunta, no creo que aporte mucho, pero si querés lo discutimos otro día. Acá está trabajando la Cruz Roja, Médicos del Mundo, si querés le sacamos las pecheras a todos. Si para vos ayuda eso.
JM: Disculpe si le molestó la consulta.
AL: No. Decime en qué cambia…
JM: Cambia en que me parece que es una causa nacional a partidaria, de ayuda a las víctimas y el hecho de que se identifique con un partido político, a quien hizo una donación, quizá no es lo que quiere.
AL: La gente sabe a quien se lo dona. La gente se lo está donando al centro solidario que montó Unidos y organizados, La Cámpora, el movimiento Evita y todo el conjunto de las organizaciones. Sabe a quien le está confiando… y lo está confiando a nosotros… porque sabe que trabajamos en los barrios, me comprendés, o vos crees que venimos acá hoy… nosotros trabajamos todos los días en los barrios, disculpame que tenga vehemencia, pero hace muchos días que estamos acá trabajando codo a codo con la gente. ¡Ah… te invito a que vengas a ayudarnos. Te espero hoy acá eh… cuando termines el noticiero!
Agustina Díaz: Andrés… a mí me gustaría decir… Soy Agustina Díaz. La verdad que a mí en este punto, a mí me gustaría decir que además que la gente esté trabajando con las pecheras, sirve para aquellas personas que se cruzan con alguien, sepan que lo pueden ayudar, sabe a quien recurrir.
AL: Si querés se las damos vuelta. Pero, la gente confía en La Cámpora. Explicale a tu compañero. Decile que lo esperamos a la tarde para que venga a ayudar.
AD: Antes de despedirte y algo que me parece importante, es resaltar la cantidad de pibes, de gente joven que se ve ahí, en todo el país, de cómo una vez más la juventud se pone las pilas y va a dar una mano.
AL: Por eso hablemos de lo importante. Hablemos de ayudar a la gente. (El operativo) sigue el fin de semana, sigue el mes que viene, el año que viene y los próximos veinte años…
El tono canchero, burlón, soberbio, arrogante y agrandado del diputado Larroque, el desprecio y el sarcasmo que el diputado Larroque le propina al periodista, la jactancia y la prepotencia del diputado Larroque, la actitud grosera y marginal del legislador Andrés Larroque, y el tono patotero y amenazante al periodista de: ¡Te espero hoy acá eh… cuando termines el noticiero…! se convierte en un fiel reflejo de cómo el actual gobierno nacional, y la presidente Cristina Fernández en carne propia, trata a la prensa que no le es adicta y genuflexa.
El escarnio del diputado ‘patotero y vehemente’, Andrés Larroque al periodista Juan Miceli tiene una fuente: la costumbre de los funcionarios y políticos del gobierno a ser adulados por los llamados ‘periodistas del gobierno de turno’; tareas que hacen diariamente Cynthia García o Agustina Díaz, unas verdaderas expertas en eso de arrodillarse ante algunos funcionarios prepotentes y de poco fuste.
Agustina Díaz, una aduladora del gobierno de turno
Durante el entredicho entre Miceli y Larroque, la conductora Agustina Díaz no tomó una postura conciliadora sino todo lo contrario: opinó que el empleo de las pecheras en esas circunstancias es correcto. Agustina Díaz fue genuflexa, y trató todo el tiempo en su respuesta de adular fervorosamente al diputado Larroque. Su discurso delató que está dispuesta a someterse a los directivos del Canal, a las charreteras del Poder Ejecutivo Nacional y a las miserias y agachadas que abundan en esos espacios. La actitud mezquina, servil, obsecuente, oportunista, y aduladora de Agustina Díaz, ante su compañero de trabajo Juan Miceli, muestra a las claras cómo se desenvuelven los ‘periodistas del gobierno de turno’, y cuál es la diferencia con los ‘periodistas del Estado’.
Si bien, ambos periodistas cobran sus salarios con los impuestos que pagan los contribuyentes; si bien Miceli y Díaz tienen la misión de informar y comunicar los actos de gobierno, sin que esa tarea tenga que convertirse en una propaganda política; si bien los dos tienen la responsabilidad de dar cumplimiento al Derecho a la Información, figura constitucional que poseen los ciudadanos; solamente uno de ellos cumple con esas premisas: Juan Miceli, un ‘periodista del Estado’ que no desea autocensurarse en un lugar donde reina la autocensura y la censura. Lejos de la ética que demanda el oficio de informar, comunicar, opinar y brindar entretenimiento, se halla Agustina Díaz, una ‘conductora del gobierno de turno’, una ‘conductora militante’, una ‘conductora oficialista’, una categoría de personas peligrosas, oportunistas, obsecuentes, caraduras, chupamedias, y serviles, con poca instrucción educativa, venidos en periodistas, que sobreviven en los organismos públicos a pura genuflexión y arrastramiento. Agustina Díaz forma parte de esa claque.
Juan Mario Galdeano